Ahora que el frío se va acercando a paso decidido nada mejor que ir preparando el puchero, las costillas de cerdo y, como no podía ser de otra manera, la chistorra de Navarra; la mejor. ¿Y por qué navarra? Pues sencilla y llanamente porque sus cualidades la hacen totalmente singulares; sea en platos de puchero como los que por estos días comienzan a ser habituales, sea en preparaciones ligeras más propias de verano o, como ya hemos visto anteriormente, incluso en postres hojaldrados. ¿Por qué no? Al final el único límite entre el fogón y la chistorra es la imaginación. De ahí que en esta ocasión vayamos a hacer un repaso a lo que debéis tener en cuenta para comprar una buena chistorra.
El color de la chistorra
Hay muchos fabricantes que con tal de reducir costes y/o modificar la chistorra para que aguante más, añaden aditivos sintéticos que adulteran las cualidades originales del producto. Y de hecho de un vistazo podéis ver si así ha sido; o al menos en la mayoría de casos.
Una buena chistorra debe tener un tono rojizo que, a pesar de lo que muchos crean, no debe ser completamente reluciente; indicativo esto último de que la tripa de cerdo (si es que no es sintética), lleva colorantes.
Los aromas de la chistorra
Una buena chistorra debe haber sido elaborada con productos 100% naturales; por lo que de primeras, tras servir, el comensal debe ser capaz de diferenciar los toques de la pimienta con solo acercar la nariz. Si no es así es que nuevamente se ha recurrido a aditivos sintéticos o incluso a pimienta vieja y seca que lleva tiempo molida. Por otra parte la chistorra debe emanar un aroma fresco, sin trazas de químicos. Si no es así y aún estáis a tiempo, no la compréis.
El gusto de la chistorra
La auténtica Chistorra de Navarra tiene un inconfundible sabor a carne magra fresca, balanceado a su vez con un ligero toque de sal y la potencia de la mejor pimienta. Una combinación perfecta que os dará un paladar consistente y un retrogusto permanente y ligeramente aceitoso.
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